
“De uno a otro mar resplandeciente”
El antropólogo francés Claude Lévi-Strauss escribió sobre el “chasquido mental” que siente al llegar a Estados Unidos, cuando su mente se abre a la enormidad del paisaje y el horizonte. Lo que conocemos como los 48 estados bajos (todos, salvo Alaska y Hawai) abarca 9.826.675 de kilómetros cuadrados y cuatro zonas horarias. Normalmente, se requieren cinco días para ir de costa a costa en automóvil (casi sin detenerse a mirar el paisaje). No es raro que la diferencia entre las temperaturas extremas del país, la más alta y la más baja, en un día determinado sea de unos 40 grados Celsius (70 grados Fahrenheit).
Estados Unidos debe mucho de su carácter nacional (y su riqueza) a la fortuna de contar con una extensión de tierra tan grande y variada para habitarla y cultivarla. Sin embargo, aún muestra rastros de identidad regional; una forma en que los estadounidenses lidian con la magnitud de su país consiste en pensar que están ligados geográficamente por ciertas características, como la confianza en sí mismos en Nueva Inglaterra, la hospitalidad en el Sur, la prudencia en el Oeste Medio o la afabilidad en el Oeste.
- Nueva Inglaterra, constituida por los estados de Connecticut, Maine, Massachusetts, Nueva Hampshire, Rhode Island y Vermont.
- El Atlántico Medio, que comprende a Delaware, Maryland, Nueva Jersey, Nueva York, Pensilvania, y Washington, DC.
- El Sur, que abarca desde Virginia hasta Florida, al sur, y hasta la porción central de Texas al oeste. En la región se encuentran también Alabama, Arkansas, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia, Kentucky, Louisiana, Mississippi, Tennessee y Virginia Occidental.
- El Oeste Medio es un vasto conjunto de estados que se extiende hacia el oeste, desde Ohio hasta Nebraska, e incluye a Dakota del Norte, Dakota del Sur, Illinois, Indiana, Iowa, Kansas, Michigan, Minnesota, Missouri y Wisconsin.
- El Sudoeste incluye los estados de Arizona, Nuevo México, Oklahoma y Texas.
- El Oeste está conformado por Alaska, California, Colorado, Hawaii, Idaho, Montana, Nevada, Oregon, Utah, Washington y Wyoming.
Es necesario observar que estas regiones no tienen un carácter oficial; puede haber muchas otras subdivisiones. Estos grupos se presentan sólo como un modo de emprender la tarea, formidable por cierto, de familiarizarnos con Estados Unidos.
VARIEDAD REGIONAL
¿Acaso tiene sentido hablar de regiones en Estados Unidos si prácticamente toda la población mira los mismos programas de televisión y va a los mismos restaurantes de comida rápida? Una forma de responder esta pregunta consiste en citar ejemplos de diferencias regionales que han perdurado.
¿Qué es lo que comen los estadounidenses? Aquí casi toda la alimentación es estándar dondequiera que vaya. El público puede comprar paquetes de guisantes congelados de la misma marca en Idaho, Missouri y Virginia. Cereales, caramelos y muchos otros artículos vienen también en paquetes idénticos, desde Alaska hasta Florida. En general, la calidad de la fruta y las verduras frescas no varía mucho de un estado a otro. Por otra parte, sería raro que nos sirvieran “hush puppies” (un tipo especial de frituras) o “grits” (maíz molido y hervido, que se prepara en muy diversas formas) en Massachusetts o Illinois, pero es muy normal comerlos en Georgia. También otras regiones tienen bocadillos típicos que es difícil hallar en otro lugar.
Aunque el inglés estadounidense es bastante uniforme, el habla de la gente varía según la región donde nos encontremos. La gente del Sur tiende a hablar despacio, y eso se conoce como el “estilo arrastrado sureño”. En el Oeste Medio la a tiene una pronunciación “sorda” (como en “bad” o “cat”) y el léxico de la ciudad de Nueva York incluye buen número de vocablos yiddish (“schlepp”, “nosh”, “nebbish”) como aportación de la abundante población judía de esa urbe.

Las diferencias regionales se perciben también en cosas menos tangibles, como las actitudes y perspectivas. Un ejemplo de esto es la atención que la prensa concede a lo que pasa en otros países. En el Este, donde el público está pendiente de lo que ocurre al otro lado del Atlántico, los periódicos tienden a prestar más atención a los sucesos de Europa, Oriente Medio, África y el oeste de Asia. En la Costa Oeste, los editores de noticias están más atentos a lo que pasa en el este de Asia y Australia.
EL ESPIRITU DE LA FRONTERA
Muchos valores y actitudes estadounidenses de hoy tienen su origen en el pasado fronterizo: confianza en sí mismos, sentido práctico, camaradería e intenso sentido de igualdad.
Una última región de Estados Unidos es digna de mención. No se trata de un lugar fijo, sino de una zona móvil y también una actitud mental: el límite entre la urbanización y las tierras vírgenes, conocido como la frontera. En la década de 1890, el historiador Frederick Jackson Turner escribió que la disponibilidad de territorios vacantes durante gran parte de la historia de la nación configuró las actitudes e instituciones nacionales. “Este renacimiento perenne”, escribió, “esta expansión hacia el oeste con sus nuevas oportunidades [y] el continuo contacto con la simplicidad de la sociedad primitiva, aporta las fuerzas que son predominantes en el carácter estadounidense”.
Muchos valores y actitudes estadounidenses de hoy se pueden rastrear hasta el pasado de la frontera: la confianza en sí mismos, la habilidad práctica, la camaradería y un intenso sentimiento de igualdad. Un crecido número de estadounidenses negros se trasladaron al Oeste en busca de la igualdad de oportunidades, después de la Guerra Civil, y muchos conquistaron fama y fortuna como vaqueros, mineros y colonizadores de la pradera. En 1869, el territorio occidental de Wyoming fue el primero que les reconoció a las mujeres el derecho de votar y ocupar cargos públicos de elección.
En virtud de que los recursos del Oeste parecían inagotables, la población adquirió actitudes y prácticas dispendiosas. Las grandes manadas de búfalos (bisontes americanos) prácticamente fueron exterminadas, hasta dejar sólo unos cuantos ejemplares, y muchas otras especies fueron llevadas al borde de la extinción. Al represar los ríos se perturbó a las comunidades naturales que los habitaban. Los bosques fueron destruidos por la tala excesiva, y el paisaje quedó cicatrizado por la minería descuidada.
El movimiento de conservación de Estados Unidos sirvió como un contrapeso al abuso contra los recursos naturales, y gran parte de su éxito se debe a la renuencia de los estadounidenses a permitir que el ambiente de la frontera desaparezca por completo del paisaje. Los conservacionistas fueron muy importantes en el establecimiento del primer parque nacional, Yellowstone, en 1872, y de los primeros bosques nacionales en la década de 1890. En fecha más reciente, la Ley de Especies en Peligro ha ayudado a contener la oleada de extinción de especies enteras.
Los programas de protección ambiental pueden ser controvertidos; por ejemplo, algunos de sus detractores creen que la Ley de Especies en Peligro es un obstáculo para el progreso económico. Pese a todo, en general, el movimiento para preservar los recursos naturales de Estados Unidos cobra cada día más fuerza. El hecho de que hoy lo emulen muchos otros países en todo el mundo es un tributo a la perdurable influencia de la frontera estadounidense.