Un nuevo camino hacia la democracia venezolana
31 de marzo de 2020
La democracia no implica solo elecciones. También es crucial que se conforme un nuevo Consejo Nacional Electoral equilibrado e independiente, y que el actual Tribunal Supremo de Justicia, que no es más que un brazo del régimen de Maduro, sea reemplazado por otro independiente. Una democracia dinámica requiere además que haya medios de comunicación libres e independientes y el fin de la censura generalizada que impone el régimen.
Estados Unidos no apoya a ningún partido político específico en Venezuela. Estamos a favor de que se restablezca la democracia y creemos que cada partido —incluido el del régimen, el PSUV— debe poder competir en condiciones de igualdad en elecciones libres y justas. Esto implica terminar con los procesos penales injustos que han llevado a que haya decenas de miembros del parlamento en el exilio, cuatro en prisión y muchos más inhabilitados para postularse a cargos públicos, incluido el Sr. Guaidó, que seguirá ejerciendo como presidente de la Asamblea Nacional hasta que haya nuevas elecciones parlamentarias y presidenciales. Estados Unidos reconocerá los resultados de una elección libre y justa, independientemente de qué partido resulte vencedor; a lo que nos oponemos es al abuso del poder del Estado que permite que un partido gobierne en forma indefinida.
Para el régimen de Maduro, la merma significativa de los ingresos debido a la caída de los precios del petróleo agrava la crisis de un sistema de salud al que, desde hace décadas, el régimen empuja progresivamente hacia el colapso. La presión estadounidense no ha impedido que llegaran medicamentos ni comida a los venezolanos. La finalidad de las sanciones es privar al régimen de los ingresos que usa para la represión —o de los que se apropia indebidamente a través de la corrupción generalizada— y forzar al régimen a aceptar que haya elecciones presidenciales. El Sr. Maduro nunca ha entablado negociaciones de buena fe con respecto a esa cuestión fundamental. Las elecciones de la Asamblea Nacional no constituyen, por sí solas, una solución política.
Las fuerzas militares serán cruciales para posibilitar un cambio pacífico y definir el futuro de Venezuela. Los soldados venezolanos, y también los policías, sufren de igual manera que los civiles; apenas pueden comprar comida para sus familias y no pueden permitirse acceder a atención médica ni a medicamentos. Venezuela enfrenta el inmenso desafío para la seguridad que representan los narcotraficantes, los grupos terroristas y las bandas delictivas, y necesita contar con fuerzas de seguridad que reciban una mejor remuneración, entrenamiento y recursos para asegurar las fronteras de la nación y mantener la paz. Los militares y la policía deben abandonar el papel que el régimen de Maduro les ha impuesto, de poner en práctica la represión del pueblo venezolano. Las fuerzas militares también deben colaborar para expulsar a los agentes de inteligencia cubanos que los espían a ellos y a todos los ciudadanos y que son el verdadero escudo del régimen. El apoyo de las fuerzas armadas al Marco de Transición Democrática sería un paso fundamental en esa dirección.
La vía para que Venezuela supere la crisis es la realización de elecciones presidenciales libres y justas. Dado que su organización no se puede confiar a Maduro, la conformación del Consejo de Estado será un paso esencial. Estamos dispuestos a trabajar con todos los venezolanos y con otras naciones y a levantar las sanciones cuando se den las condiciones necesarias. El Marco para la Transición Democrática allana el camino más seguro hacia el restablecimiento de la democracia mediante la participación genuina de todas las partes, y el fin de la brutalidad, la represión y la inestabilidad política que han caracterizado el pasado reciente de Venezuela.
Hasta que se logre ese objetivo, nuestra presión no hará más que fortalecerse. Ansiamos que llegue el día en que se lleven a cabo elecciones, se establezca un nuevo gobierno democrático y puedan levantarse las sanciones. Tenemos puestas nuestras expectativas en que se restablezcan las relaciones entre Venezuela y EE.UU., que en el pasado fueron muy estrechas; en ayudar a migrantes y refugiados venezolanos desplazados por la crisis a regresar a su amado país, y en ver que las niñas y los niños venezolanos puedan nuevamente ser partícipes de la riqueza natural de su país.